miércoles, 7 de agosto de 2013

El zoológico

        Era un lunes a las 7:40 a.m. Me levanté velozmente de mi cama, me bañé, me cambié y desayuné. Saludé a mi mamá como pude y me fui directo a la escuela.
Iba tan rápido que me chocaba a las personas, que también estaban apuradas yendo a su trabajo. Finalmente llegué a la escuela.
El  micro escolar nos esperaba para ir de excursión al zoológico. Me senté con mi mejor amiga Lourdes, atrás con todas las chicas.
Después de un rato ya llegamos, bajamos en fila y entramos al lugar.
De pronto me di cuenta que estaba sola, me había perdido, Vi muchos niños, guías y familias. Estaba lleno de gente.
Corrí rápido buscando a mis compañeros pero no los encontré. Lo hice tan rápido que me tropecé con una piedra y me caí rodando hasta que llegué a un lugar raro y con olor feo.
Escuché un rugido; estaba en la jaula de un león y venía hacia mí. Me parecía que tenía hambre en ese momento. Sentí que alguien me agarraba de atrás y me tiraba hacia sí.
Salí de la jaula y vi a todos mis compañeros, a la gente y a mis papás, asustados.
Me llevaron a mi casa y desde ese día nunca más quise ir al zoológico.


Ángeles Acuña 7ºA



La perra rescatada


Un día Mariana, la madre de Candela y Tomás, se levantó para hacerle el desayuno a sus hijos y después, despertarlos. Luego de un rato, los niños se sentaron en la mesa y tomaron su desayuno que era mate cocido con leche y medialunas.
Más tarde, ella y sus niños caminaron hacia la escuela. Después de dejarlos, encontró una hermosa perrita, que estaba un poco lastimada y mal alimentada.
Lo que hizo fue llevarla al veterinario donde la curaron y le dieron sus vacunas.
La mujer la cuidó todo el día con mucho amor, y se puso a pensar qué iba a hacer con la mascotita: quedársela o buscar a su dueño. Llegó a la conclusión que la segunda opción era mejor.
Pasó un rato hasta que Mariana fue a retirar a sus hijos al colegio.
Cuando llegaron a la casa lo primero que preguntaron fue : “¿Y este perrito?” .
La madre les contó la historia pero les advirtió que tenían que buscar a su dueño.
Los niños muy felices dijeron que ¡sí! .
Todos juntos pegaron carteles con la foto de la perrita y esta frase “Encontramos perrita. Buscamos a su dueño”.
Horas más tarde llamaron a su casa; era una mujer llamada Gabriela, la dueña de la perrita.
Esta última fue a la casa y habló con Mariana. Ambas acordaron que la perrita llamada Kimei volviera a su hogar original.
Los niños se despidieron muy tristes de Kimei. Lloraron pero después se pusieron felices porque ella iba a estar con su dueña.
Mariana saludó a Kimei y Gabriela se fue cargándola en sus brazos.




Kiara 7ºB


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