"UN ALIVIO"
Hacía tres horas que había terminado ese documento que me llevó un mes de elaboración. Coloqué mi nombre, Juana Martínez. Tenía 20 hojas, todas con letra cursiva negra, con subtítulos y hojas blancas.
Al día siguiente me dirigí a la oficina en taxi y llevé el documento conmigo.
Se trataba de una nueva revista que quería presentarle a mi jefe, Ruperto. Pero yo no lo podía presentar cuando quería, tenía que ser hoy.
Llegué a la oficina y me encaminé hacía él. Cuando toqué la puerta me abrió una adolescente descalza de aspecto hombruno que lucía un tono violeta. Detrás de ella, Ruperto. Abrí mi maletín para entregarle mi preciado documento. Pensé: "Me acuerdo que lo dejé del lado derecho de mi maletín". "Pero no lo encuentro".
Con una cara de avergonzada le dije:
Con una cara de avergonzada le dije:
-Perdóneme pero el documento que me pidió , no, no, no, .........- y no llegué a terminar la frase por la vergüenza que sentía.
-¡Ah sí! Ese documento maravilloso que le pedí, en realidad, que decidió entregarme- respondió.
-¿Cómo sabe que es maravilloso?- pregunté.
-Porque usted me lo envió por mail, bueno usted no, su hermana- me dijo.
Rápidamente recordé que siempre que termino un trabajo se lo mando a mi hermana para que lo revise. Ella me había respondido que lo había reenviado, a mi y a Ruperto.
Creo que nunca me ALIVIÉ tanto en toda mi vida.
Con una sonrisa le respondí:
-¡Estupendo! Espero una respuesta.
-¿Qué respuesta? La mía es un sí rotundo- me contestó.
Hoy en día me encuentro en Alaska, en un chalet, con mi esposo y tres hijos con hermosas cabelleras marrones, como yo. Y todo esto por el dinero que recibí de la venta de mi revista: "Alivio".
Marina
Marina
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